Buscar este blog

viernes, 1 de octubre de 2010

El Abuso de las nuevas tecnologías



Reflexionemos juntos sobre este video:

¿Qué opinión tenés acerca del video visto?

¿Cómo lo calificás?
Muy bueno
Bueno
Regular
Malo

¿Creés que el abuso de la tecnología es malo? ¿Por qué?

Te invito a buscar otros videos similares y compartirlos con tus padres

¿Educados o entretenidos?

¿Hay lugar para el placer en la escuela?

La aparición de un nuevo tipo de entretenimiento responde a diferentes cuestiones relacionadas tanto con los hábitos de los ciudadanos modernos, como con la difusión y desarrollo de las tecnologías electrónicas. En el panorama de nuestra región es demasiado frecuente hallar que la violencia se apodera de los espacios callejeros y de los estadios deportivos, dato que explica, en parte, el repliegue de las familias en sus hogares en búsqueda de espacios recreativos más seguros. Los niños han reemplazado prácticamente sus juegos al aire libre para entretenerse en actividades que se desarrollan en gimnasios, escuelas deportivas o sus propios hogares. Las relaciones que se establecen alrededor del despliegue lúdico que ofrecen los espacios abiertos se van restringiendo a espacios mucho más acotados, generalmente frente a una pantalla de computadora. Cada vez más el tiempo lúdico liberador se va sometiendo a las reglas de uso convencional propias de las instituciones sociales que los ofrecen.
Los mensajes se generalizan para capar una audiencia globalizada, se simplifican y suprimen características propias de cada cultura para ser transformados en productos culturales capaces de ser consumidos por la gran audiencia, con lo cual los códigos comunicacionales van perdiendo riqueza y el vocabulario se va adaptando hasta llegar a simplificaciones extremas que se traducen en mensajes compactos difícilmente aprehensibles. En general los medios de comunicación siguen esta línea de producción y, solamente en algunas propuestas ocasionales, pueden encontrarse mensajes más elaborados, que generalmente son ofrecidos desde cadenas privadas que se aseguran un selecto público con poder adquisitivo para acceder a ellos.
De este modo tenemos en el panorama del entretenimiento una amplia oferta que acostumbra a su público a los mensajes programados y banalizados. Desde este punto, es previsible que la lectura como entretenimiento ocupe un lugar masivo entre los sujetos que buscan eludir toda tarea que les implique algún esfuerzo o trabajo de elaboración.
Quedan entonces expuestos algunos indicadores de la crisis de la lectura vinculada a la aparición del concepto de entretenimiento desligado del ocio creador, las ofertas recreativas ligadas a la acción y a las sensaciones, la falta de propuestas educativas amenas y atragantes que brinden la posibilidad de establecer juicios críticos, el empobrecimiento del lenguaje que desde los medios masivos descuida el preciso valor de la palabra, el difícil acceso a material de lectura de calidad frente a la abundante literatura de divulgación, frecuentemente relacionado con costos económicos.
El lector encuentra entonces, en este entretenimiento, esquemas conocidos y reiterados que se ofrecen como figura de lo previsible frente al caos y la imprevisibilidad del suceder contemporáneo. Se construye un refugio frente a su propia angustia por haber perdido las certezas sobre las cuales edificar su existencia.

Uso y abuso

El uso y el abuso que nuestros hijos puedan hacer de la tecnología es uno de los grandes problemas que se nos presenta a los padres y educadores.
Los chavales nos superan en conocimientos y ganas de aprender para emplear unos medios que para nosotros a veces son difíciles de usar y comprender. Lo que para ellos es algo natural para nosotros es una dificultad.
Mientras nuestros hijos chatean, compran algún producto en Internet o se pasan horas con el móvil en la mano, nosotros no nos damos cuenta de lo que ocurre, o de lo que puede ocurrir. Porque todo lo bueno que tienen las nuevas tecnologías se puede convertir en nefasto si no sabemos utilizarlas con inteligencia.
Debemos intentar darnos cuenta cuando ellos, o nosotros, utilizamos algo de forma obsesiva; y hemos de poner los medios para intentar evitar que se produzcan situaciones desagradables. Unas normas básicas de comportamiento son esenciales para que la tecnología se convierta en aliada y no en enemiga.
En esto ocurre como con el vino; un vaso en las comidas puede ser sano, un par de botellas, nefasto.
Al final todo se reduce a una cosa: usar el sentido común.

¿Uso o abuso de la tecnología?

“Tecnología” es hoy un elemento permanente de nuestra vida diaria: la usamos en nuestro vocabulario, en el trabajo, en la casa, en todo lugar y tipo de actividad. Ya no es un privilegio de científicos, sino algo común y corriente para todos.

Así, a diario utilizamos facilidades que, hace apenas algunos años, ni siquiera imaginábamos, especialmente al respecto de equipos y sistemas para comunicación: teléfonos celulares, Internet, Intranet, comunicación inalámbrica, etc., etc., etc.

La tecnología, de manera definitiva, ha cambiado nuestras vidas. Todos aquellos que un día dijimos: “¿Yo, usar una computadora? ¡Jamás!”, ahora no comprendemos cómo pasamos la mayor parte de nuestra existencia sin ella. Hoy, verdaderamente, es una herramienta imprescindible en el trabajo y un auxilio apreciado en los demás aspectos de nuestra vida.
Por ejemplo, gracias a la Internet tenemos acceso a lugares, culturas y enseñanzas que, de otra manera, serían inalcanzables. Con facilidad encontramos hoy respuestas que nos aclaran dudas o complementan conocimientos. Incluso, nos dan acceso a entretenimiento, música, arte y eventos maravillosos.

Sin embargo, cuando vemos tanta tecnología a nuestro alrededor, cabe preguntarnos: ¿Hasta cuánto es demasiado?

La tecnología que a los adultos nos maravilla es, para los niños y adolescentes, algo normal, hasta intrascendente. Por esa facilidad de integrarse a la tecnología, por su ansia de encontrar siempre cosas nuevas (lo que ayer les gustó, ya hoy les aburre), los fabricantes han visto en ellos un mercado repleto de oportunidades, que están explotando cada vez más. Y eso, encierra muchos peligros.

Porque, aunque cada vez contamos con más medios para comunicarnos, también cada vez nos comunicamos menos. He visto, en lugares públicos, cómo una familia se sienta a la mesa, y no se dirigen la palabra entre ellos: algunos hablan por el celular, otro está totalmente aislado escuchando su i-Pod, otro juega con el último modelo de Game Boy; uno más revisa su álbum fotográfico electrónico… Y, mientras, la vida pasa. ¡La vida real, no la virtual!

Pero existe otro peligro: el de los juegos electrónicos (video games) violentos.
En Estados Unidos, donde se llevan y analizan todo tipo de estadísticas, se ha levantado ya la voz de alarma. En primer lugar, se ha comprobado que los videojuegos violentos son adictivos; es decir, causan todos los graves efectos de cualquier otra adicción: el niño o joven adicto pierde el interés en el estudio, en los deportes, en sus amistades; se aísla, fomentando aún más su dependencia.

Como esos juegos no son gratis, hacen cualquier cosa por conseguir el dinero para comprarlos o usar las “maquinitas”, ahora tan populares como nefastas. En resumen, estos “e-adictos” malgastan su tiempo, dinero y futuro.

Pero esto no termina allí. Muchos psicólogos infantiles están considerando esos juegos interactivos violentos como “juegos de muerte” (deadly games), capaces de inducir conductas criminales y causar un daño (irreversible, se teme) en el cerebro de los niños y jóvenes, que les condiciona a llevar a la práctica todo aquello que han realizado “jugando”.
Jack Thompson, un abogado de Miami, crítico acérrimo de estos “deadly games”, ha documentado un caso en que el asesino —Devin Moore, un joven de 18 años— actuó de manera idéntica al juego con que usualmente se “divertía”, robando un auto y, posteriormente, asesinando a tres policías.

Por medio de estudios neurobiológicos, hechos a diferentes jovencitos mientras interactuaban con los mencionados videos, se han recopilado pruebas de cómo se afecta el cerebro en esos momentos. Thompson espera lograr, con dichas pruebas, una condena para los fabricantes de un juego especialmente violento (omito su nombre, para no hacerle propaganda), que sirvió de inspiración y entrenamiento a Moore. Será un paso importante para que esas grandes empresas se preocupen menos por sus ganancias y más por la salud mental de los niños del mundo.